Artículo de prensa: "Emprender a palos"

Ayer domingo se publicaba en Diario Sur, en La Tribuna, mi reflexión sobre la Medicina como profesión y el triste destino de los nuevos licenciados. Lo hacía  bajo el título: Emprender a palos. Aquí puedes leer el texto íntegro que comparto con vosotros.

“A me­nu­do me plan­teo si real­men­te el ni­vel aca­dé­mi­co más al­to con­lle­va en pa­ra­le­lo una ma­yor vo­lun­tad de sa­cri­fi­cio en una pro­fe­sión que de­be ser pu­ra­men­te vo­ca­cio­nal.

Los mé­di­cos so­mos pro­fe­sio­na­les de ser­vi­cios que ca­mi­na­mos, tam­bién, al rit­mo que mar­can la so­cie­dad y la eco­no­mía. La rui­na a la que nos ha abo­ca­do el ré­gi­men de en­tra­ma­do uni­di­rec­cio­nal en­do­gá­mi­co que los an­da­lu­ces pa­de­ce­mos des­de ha­ce 34 años ha me­lla­do más a los mé­di­cos an­da­lu­ces que a los de otras co­mu­ni­da­des au­tó­no­mas. Los in­di­ca­do­res re­cien­tes de re­cu­pe­ra­ción eco­nó­mi­ca y de la ac­ti­vi­dad la­bo­ral a ni­vel na­cio­nal que las fuen­tes de in­for­ma­ción nos su­su­rran tie­nen un ori­gen que es di­fí­cil de ubi­car en una pro­mo­ción ac­ti­va real de em­pleo des­de las ad­mi­nis­tra­cio­nes cen­tral y au­to­nó­mi­ca. El es­fuer­zo de los au­tó­no­mos, sí, di­go bien, de los au­tó­no­mos, es el eje ma­tri­cial de es­ta re­cu­pe­ra­ción que, aun­que po­co va­lo­ra­da des­de el pun­to de vis­ta so­cio-po­lí­ti­co es­tá lla­ma­do a ser el pun­to de in­fle­xión. So­mos mu­chos los mé­di­cos que he­mos co­gi­do las rien­das del em­pren­di­mien­to y que­re­mos te­ner mu­cho que ver con la pues­ta en pie de nues­tro país; no que­re­mos ver el par­ti­do de la re­cu­pe­ra­ción des­de la gra­da, sino ju­gar­lo des­de den­tro y te­nien­do la pe­lo­ta.

Nues­tras fa­cul­ta­des de Me­di­ci­na se ocu­pan y lle­nan de los ba­chi­lle­res más bri­llan­tes del país, con ‘nú­me­rus clau­sus’ (NC) desor­bi­ta­dos que es­tán eli­ti­zan­do la li­cen­cia­tu­ra ga­lé­ni­ca. A me­nu­do me plan­teo si real­men­te el ni­vel aca­dé­mi­co más al­to con­lle­va en pa­ra­le­lo una ma­yor vo­lun­tad de sa­cri­fi­cio en una pro­fe­sión que de­be ser pu­ra­men­te vo­ca­cio­nal, y si no ha­brá ex­pe­dien­tes ex­ce­len­tes (no ya bri­llan­tí­si­mos, pe­ro sí muy bri­llan­tes) cu­ya vo­lun­tad de pres­tar ser­vi­cio a los de­más se va­ya a que­dar sin desa­rro­llar por ro­zar por de­ba­jo en una o va­rias dé­ci­mas el NC. En de­fi­ni­ti­va, que aun­que son to­dos los que es­tán, no ten­go cla­ro que es­tén to­dos los que son. En cual­quier ca­so, son los me­jo­res es­tu­dian­tes de Me­di­ci­na de la his­to­ria y su ni­vel in­te­lec­tual lo per­ci­bi­mos los que te­ne­mos la suer­te de tra­tar con ellos y te­ner­los en nues­tros hos­pi­ta­les de prác­ti­cas; y yo, en mi ca­so, que lo ha­go en dos hos­pi­ta­les dis­tin­tos (uno pú­bli­co y uno pri­va­do) y los he te­ni­do es­te año de has­ta tres uni­ver­si­da­des es­pa­ño­las di­fe­ren­tes en am­bos es­ce­na­rios, doy fe de ello. Una vez que ter­mi­nan, nues­tros bri­llan­tes li­cen­cia­dos en Me­di­ci­na bus­can con ahín­co y es­me­ro una pla­za en la for­ma­ción es­pe­cia­li­za­da, a la que ac­ce­den vía MIR y a la que la in­com­pe­ten­cia de los Mi­nis­te­rios y Con­se­je­rías de, res­pec­ti­va­men­te, Sa­ni­dad y Sa­lud, es­tá con­vir­tien­do en una puer­ta abier­ta al des­em­pleo por ha­ber si­do in­ca­pa­ces de pre­ve­nir el ba­lan­ce de in­puts/out­puts de es­tu­dian­tes y es­pe­cia­lis­tas en los hos­pi­ta­les. Y eso, créan­me, no es tan di­fí­cil des­de el pun­to de vis­ta de la ges­tión; ob­via­men­te es­ta­ban ocu­pa­dos por ha­cer otras co­sas, se­gu­ro, más im­por­tan­tes.

La úl­ti­ma dé­ca­da ha de­ve­ni­do en una pro­por­cio­na­li­dad in­ver­sa de­gra­dan­te en­tre el ni­vel de for­ma­ción y pre­pa­ra­ción de nues­tros es­pe­cia­lis­tas egre­sa­dos y la can­ti­dad y ca­li­dad del em­pleo que se les ofre­ce, es­tan­do An­da­lu­cía a la ca­be­za des­ta­ca­da de es­ta pre­ca­rie­dad. Con­tra­tos ba­su­ra, el do­mi­nio de los por­cen­ta­jes ho­ra­rios (15%, 20%, 33%, 50%, 66%, el fa­mo­so 75%…) y es­pa­cios de desa­rro­llo noc­turno co­mo pre­mio a un mí­ni­mo 10 o 11 años de ca­rre­ra y MIR. Se­gún el in­for­me anual de la Or­ga­ni­za­ción Mé­di­co Co­le­gial, un 41.6% de los mé­di­cos del Sis­te­ma Na­cio­nal de Sa­lud que no tie­nen pla­za en pro­pie­dad tie­ne un con­tra­to pre­ca­rio, ci­fra que en An­da­lu­cía lle­ga al 60 por ciento. Bueno, pues es en es­tas cir­cuns­tan­cias en las que es­tos bri­llan­tes es­tu­dian­tes, li­cen­cia­dos, es­pe­cia­lis­tas y, mu­chos de ellos ya doc­to­res, es­tán de­mos­tran­do tam­bién su ma­du­rez y gran­de­za. Han en­ten­di­do que de­bían dar un pa­so ade­lan­te y rom­per con lo que una eco­no­mía y una so­cie­dad de­vas­ta­da les pue­den ofre­cer; han de­ci­di­do em­pren­der pa­ra sa­lir ade­lan­te y desa­rro­llar­se pro­fe­sio­nal­men­te. Pa­ra al­gu­nos, ello ha sig­ni­fi­ca­do sa­lir a otras co­mu­ni­da­des au­tó­no­mas más fa­vo­ra­bles o al ex­tran­je­ro a bus­car en los sis­te­mas eu­ro­peos de sa­lud pú­bli­ca (cu­rio­sa­men­te ne­ce­si­ta­dos de es­pe­cia­lis­tas de al­ta cua­li­fi­ca­ción co­mo los nues­tros) su lí­nea de pro­yec­ción; pa­ra otros, in­ver­tir du­ran­te 2-3 años en acre­di­tar­se pa­ra cru­zar el Atlán­ti­co y bus­car en EEUU be­cas de in­ves­ti­ga­ción que les per­mi­tan el ac­ce­so a los post­gra­dos ame­ri­ca­nos; y, pa­ra mu­chos, apos­tar por los emer­gen­tes hos­pi­ta­les pri­va­dos de nues­tro país y ejer­cer co­mo pro­fe­sio­na­les au­tó­no­mos, le­jos del abri­go de la sa­ni­dad pú­bli­ca que tan­to ha in­ver­ti­do en for­mar­los y en la que en los úl­ti­mos años han po­di­do per­ci­bir una desafec­ción cre­cien­te de los pro­fe­sio­na­les, una apues­ta por pro­lon­gar la edad de ju­bi­la­ción de los mis­mos en lu­gar de con­tar con los jó­ve­nes re­cién for­ma­dos, un jue­go de tro­nos de fu­sio­nes y fi­sio­nes de uni­da­des de ges­tión clí­ni­ca a rit­mo de ‘Pa­qui­to el cho­co­la­te­ro’ y, fi­nal­men­te, el arri­bis­mo de una nue­va hor­na­da de car­gos in­ter­me­dios nom­bra­dos a de­do y que eje­cu­tan la me­dio­cri­dad de un sis­te­ma que des­pre­cia el ta­len­to, sien­do ellos la úl­ti­ma ex­pre­sión de es­te he­cho.

La ne­ce­si­dad de em­pren­der y bus­car nue­vos ca­mi­nos de los mé­di­cos es­pe­cia­lis­tas sin tra­ba­jo es la raíz, ade­más, de la pro­ba­ble pér­di­da de una ge­ne­ra­ción en­te­ra de bri­llan­tes pro­fe­sio­na­les a los que se­rá di­fí­cil re­cu­pe­rar. ¿Quién de ellos que­rrá dar mar­cha atrás en su ca­rre­ra cuan­do den­tro de 3, 4 ó 5 años és­tas es­tén ya con­so­li­da­das y en­fo­ca­das, y se les lla­me pa­ra tra­ba­jar en la sa­ni­dad pú­bli­ca con ca­rác­ter even­tual? ¿A quién le va­mos a pe­dir res­pon­sa­bi­li­da­des por es­te des­pil­fa­rro de ca­pi­tal hu­mano la­bo­ral de ca­li­dad? Des­de aquí só­lo nos de­be que­dar el re­co­no­ci­mien­to pa­ra los que han pro­lon­ga­do su bri­llan­tez de ba­chi­ller a la uni­ver­si­dad y fi­nal­men­te a la to­ma de de­ci­sio­nes va­lien­tes y em­pren­de­do­ras en su ca­rre­ra pro­fe­sio­nal, y dar­les to­do el apo­yo po­si­ble pa­ra com­ple­tar y en­gran­de­cer su for­ma­ción en tan­to en cuan­to nos sea po­si­ble. Con­vie­ne re­cor­dar a los ges­to­res sa­ni­ta­rios na­cio­na­les y an­da­lu­ces que la fa­cul­tad de Me­di­ci­na y el MIR no son una má­qui­na de pro­du­cir chu­rros y mano de obra ba­ra­ta (sin con­tar con la bar­ba­ri­dad de la for­ma­ción tron­cal que nos es­pe­ra a par­tir del año que vie­ne), y que de­ben tra­ba­jar rá­pi­do po­nien­do di­ques pa­ra evi­tar, aún pe­se a to­do, una bol­sa ve­ni­de­ra de es­pe­cia­lis­tas en pa­ro. Fi­nal­men­te, y en unos tiem­pos en los que en la sa­ni­dad la pa­la­bra que más se uti­li­za no es pa­cien­te ni en­fer­me­dad sino ges­tión, me gus­ta­ría in­sis­tir en que la me­jor for­ma de ges­tión sa­ni­ta­ria tie­ne su ba­se en crear pro­fe­sio­na­les mo­ti­va­dos con al­ta com­pe­ten­cia cien­tí­fi­co-téc­ni­ca y, to­do lo de­más es se­cun­da­rio. No ti­re­mos, pues, la ges­tión real, ver­da­de­ra y au­tén­ti­ca, que son nues­tros pro­fe­sio­na­les más jó­ve­nes y me­jor for­ma­dos, a la ba­su­ra.”

Enlace al artículo: Diario Sur, en La Tribuna: Emprender a palos.

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