África quiere conectarse

África central no entiende de gigas, de megas ni de banda rápida. Nuestros poderosos “smartphones” de última generación boquean para conectarse a duras penas con las wifis de pacotilla que rodean a la Guest House (GH) en la que nos alojamos. 

Las compañías telefónicas te pegan el sablazo padre y se frotan las manos a sabiendas de que la necesidad de comunicación del ser humano, multiplicada en los últimos años, nos hace vulnerables al clic de los datos móviles y las llamadas a familiares. Sin esta opción, merodeamos de noche peleando contras los mosquitos en busca de alguna esquina cercana que encienda la antenita de la wifi; o bien nos comportamos como autómatas incomunicados cuando en el desayuno descubrimos que la wifi, aunque cutre, va. Cada uno con su teléfono, un silencio que se mantiene y los cientos de whatsapp que saltan retenidos y nos consumen la media hora del desayuno…, o la prolongan hasta la hora. Esa es la escena a primera hora de cada mañana, pues al salir de la GH ya vamos al Hospital y allí ya el mundo nuestro habitual, el de siempre, deja de existir y no volvemos a saber nada hasta que, si hay suerte, nos conectamos otra vez por la noche. Cada día cuesta más arrancar, pues el cansancio hace estragos; son 6 días seguidos en los que se ha puesto el sol con la tenue luz del quirófano aún encendida y trabajando, hemos salido de noche y hemos tenido una media de 12-14 horas de actividad en el E & J Koung Medical Center.

El coordinador local, Dr. George, y sus responsables administrativos me han manifestado hoy que nuestro “team” ha sido el mejor que han tenido nunca en Ganta City, y que ellos reciben equipos de fuera cada 2-3 meses. Los números del trabajo hecho, 172 pacientes operados en 6.5 días en los que se han realizado más de 250 procedimientos sin complicaciones reseñables inmediatas, son un aval de fuerza mayor y nos sitúan con diferencia en el puesto más destacado en una fría estadística de números. 

En realidad hemos venido a eso, a ayudar a la mayor cantidad de gente posible y por eso el número es importante; sin embargo, el panorama que dejamos es desolador. Hay miles de pacientes más que deberán esperar a la llegada de un nuevo equipo, ya en Septiembre. Mi pregunta es evidente: ¿lo estamos haciendo bien?; ¿es bueno traerles el pescado y dárselo en la boca a los africanos (entiéndase como tal venir, operar pacientes con nuestra extrema sabiduría y ciencia occidental y europea) y luego irnos de vuelta a casa? La respuesta es rápida y clara: NO. Hay que invertir tiempo en formar a los jóvenes médicos de aquí para que sean ellos de forma continuada los que puedan solucionar los problemas básicos de salud de sus compatriotas (hernias, en este caso). Es decir, hay que traerles cañas y enseñarlos a pescar. ¿Estamos dispuestos a ello? Es un reto, sin duda, pero es lo que ellos más van a valorar y apreciar y lo que más les va a servir. Hay que reflexionar.

Seguidamente me surge otra duda: ¿si no tienen mallas, prótesis, porque no pueden asumir su coste, como se van a operar hernias aquí? Y aquí ya desvío la mente a otro lado, no veo una respuesta y es más fácil mirar al vacío y ocupar la mente en otra cosa. Está claro que África quiere conectarse con el mundo, a todos los niveles, pero le faltan los medios; tenemos que desplegar el cable de la conexión entre todos.

La Medicina es el arte de no decir nunca que NO al que necesita un SÍ cuando su salud flaquea. Todos sabéis lo que es un bocio, un aumento de la glándula tiroides localizada en la parte central del cuello. El Dr. George me ha expuesto la necesidad y desesperación que existe aquí con este tema porque no tienen quién pueda prestar atención quirúrgica a este tipo de patología en el condado de Nimba, dónde está Ganta City. Me ha presentado casos de bocios deformantes y de tamaño correspondiente a otros tiempos, a hace 70-80 años en nuestro país y en zonas endémicas de déficit de Iodo y he quedado impresionado; dos casos eran especialmente llamativos con las pacientes con síntomas de compresión cervical, y ellos supone una amenaza potencial de la vida PORQUE NO HAY QUIEN LOS OPERE NI ADÓNDE SE PUEDAN DERIVAR. Nos han pedido si los podíamos operar. La complejidad técnica era enorme pues los medios son muy precarios; la complejidad anestésica, mayor puesto que los respiradores que tienen aquí no tienen oxígeno. Además, abordar este tipo de patologías no es el objetivo de las misiones de Cirujanos en Acción, porque debemos evitar los problemas a toda costa. Es difícil la decisión de decir que no para un médico cuando crees que puedes ayudar al paciente. Finalmente, hemos operado a las dos pacientes a primera hora de los 2 últimos días y ha ido todo muy bien; sólo ha sido posible hacerlo porque en esta misión hemos contado con una pareja de anestesistas maravillosa, trabajadoras a más no poder y tremendamente eficaces que nos han sabido (siendo sólo ellas dos) mantener tres quirófanos funcionando a tope (uno de ellos de niñ@s siempre) y sin parar de trabajar. Inma Giménez y Ana López. Un descubrimiento para mí, no sólo por el gran dominio médico de la especialidad sino también por su disposición, capacidad manejar variantes y alternativas técnicas siempre con el fin de ayudar a los cirujanos y hacerlo, además, con una sonrisa siempre en la cara y generando felicidad y empatía. Ha sido una suerte y un honor trabajar con estas dos grandes profesionales y espero que podamos coincidir de nuevo en el futuro. La experiencia de operar los dos bocios gigantes operados con el quirófano lleno de médicos locales (que no habían visto nunca esta cirugía) y un calor sofocante ha sido inolvidable. Cuando corremos riesgos para ayudar a la gente necesitada y nos movemos en el filo de la navaja, Dios siempre ayuda y los liberianos, además, son un pueblo tremendamente creyente.

En pocos días, y esa ha sido una de las claves del éxito de esta misión, hemos sabido crear de forma rápida las rutinas de trabajo. En la organización de los equipos cuento desde hace 3 años con la suerte de tener a mi amigo Paco Gómez, que entre otras cosas es un gran enfermero y es el alma máter de la organización logística de las misiones, coordinando las necesidades de material y la recogida del mismo. Paco es una máquina y un currante de los que no entienden de límite de hora y que supo interpretar que en Liberia, en Ganta City, el tercer quirófano sólo se podría abrir si él lo hacía y lo preparaba todo. Y así ha sido, hasta 8-10 cirugías diarias nos ha preparado y eso ha convertido su quirófano (que es en sí una habitación de paciente reconvertida para operar) en CASA PACO. Yo ya tengo claro que no puedo hacer misiones de cooperación sin que venga Paco y él sabe que tiene mi reconocimiento porque el compromiso que adquiere pese a sus múltiples obligaciones del día a día es fantástico.

 

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