Violencia contra los profesionales de la sanidad. ¿conocemos realmente el alcance que puede tener?.

Con el título de “A death in the family: lessons from a tragedy” se publica este mes en Annals of Surgery Ann Surg 2016; 263(2): 230-1 una referencia bibliográfica relacionada con el asesinato hace un año del Dr. Michael J. Davidson, cirujano cardíaco y endovascular del Brigham and Women’s (B & W) Hospital de Boston a manos del hijo de un paciente, que fallecido su padre tomó la decisión de disparar al cirujano en dos ocasiones y luego a él mismo, en ambos casos con consecuencias fatales pese a los desesperados intentos en quirófano de sus colegas por salvarle la vida.

Entre 2000 y 2011 hubo en los EEUU un total de 154 incidentes relacionados con armas de fuego en recintos hospitalarios, con un total de 235 personas afectadas o muertas (en la mayoría de los casos fue el perpetrador, pero en un 20% de los casos resultaron afectados trabajadores de la salud); el 59% de los tiroteos ocurrieron dentro del hospital en sí y el 41% en los patios o exteriores del recinto hospitalario. Podéis revisar estos datos en un interesante trabajo publicado en Annals of Emergency Medicine Ann Em Med 2011; 60: 790-8.

De gran interés es el hecho de que se llevó a cabo por parte del Departamento de Cirugía y de la Dirección del B & W Hospital un análisis en profundidad de todos los aspectos relacionados:

1.- Actuaciones a nivel preventivo que se han llevado a cabo para intentar proteger a un personal que se siente inevitablemente vulnerable: tarjetas de seguridad para abrir puertas, interruptores y botones que se usan en situación de pánico y una consultora externa de seguridad privada. Por cuestiones de ética asistencial, se prefirió no poner detectores de metales en la entrada del Hospital porque es imposible controlar 25000 personas al día y no proporcionaba un ambiente de acogida favorable.

2.- A nivel de respuesta y aspectos de recuperación para este tipo de incidentes, los profesionales y las estructuras del B & W Hospital estaban ya preparados, de modo que el Servicio de Urgencias había priorizado la posibilidad de un tiroteo activo en el análisis de riesgo de vulnerabilidad. Se habían desarrollado simulacros en colaboración con las fuerzas del orden público, los bomberos, el Servicio de Urgencias, los profesionales sanitarios y el personal administrativo, construyendo un nivel de trabajo en equipo y confianza con cada uno de los brazos de actuación teniendo claro que debían hacer en esta situación. Aún así, y para soslayar el grado de dificultad añadida que supone formar a miles de personas en este campo, se grabó un video demostrativo que emulaba un tiroteo dentro de las instalaciones hospitalarias y se creó un código de actuación (“active shooter” o “tirador activo”) fácilmente interpretable por todo el mundo. Se consideró que debía darse una especial atención al cuidado de los aspectos psicológicos relacionados con las personas y/o pacientes que viven y sufren este tipo de eventos.

3.- Se estudio el impacto de las redes sociales y su capacidad para dar conocimiento y crear conciencia social en situaciones de emergencia. A este respecto, es muy recomendable el trabajo publicado por Merchant y col. en N Engl J Med 2011; 365: 289-91.

En 2014 se celebró en Baltimore, organizado por el Johns Hopkins Office of Critical Events Preparedness and Response, el primer simposium americano sobre tiradores en activo en hospitales y ambientes sanitarios. Se discutieron numerosos aspectos estructurales, entre ellos la asistencia al tirador y la entrada en zonas potenciales de peligro de los profesionales sanitarios, que se consideró obligada aún a riesgo de la vida de los médicos y proveedores de salud. Especial interés se prestó por parte de los panelistas al Consenso de Hartford, que es un bloque de estrategias para aumentar la supervivencia en catástrofes masivas intencionadas y en tiroteos activos redactada y recientemente actualizada en la revista Bulletin of the American Colleges of Surgeons 2015; 100(1): 1-88.

Toda vez que había existido una formación en estos aspectos por parte de los miembros del B & W Hospital, los autores del artículo reflexionan sobre como transcurrió la puesta en marcha de las medidas tras el crimen del Dr. Davidson:

- Los simulacros que se habían realizado y los videos formativos habían sido realmente útiles, como así lo afirmaron los profesionales que habían participado y los habían visto. Ambas actividades han adquirido el rango de obligatorias para todos los trabajadores del B & W Hospital.

- La comunicación transparente y a tiempo fue esencial. Los líderes del Hospital fueron planta por planta y bloque por bloque asegurándose de que los pacientes y trabajadores estuvieran bien informados y pudieran informar a sus familias; igualmente, y de acuerdo con la policía de Boston se fue incluyendo información en las redes sociales y en la propia página web del Hospital para dar una información fiable; y, finalmente y justo tras el evento, en 2-3 horas, el Hospital dio una rueda de prensa con el Departamento de Policía informando de que la víctima había sido el Dr. Davidson, que el tirador estaba muerto y que no había ninguna amenaza.

- El siguiente punto de trabajo se centró en el equipo de más de 30 profesionales que intentó salvar la vida del Dr. Davidson en quirófano y todo el conjunto de sus compañeros del Servicio de Cirugía Cardíaca y Vascular. Ello incluyó, tras una reunión informativa después de los esfuerzos quirúrgicos, apoyo psicológico y psiquiátrico, presencia de los trabajadores sociales y apoyo espiritual de un capellán para las personas religiosas implicadas.

- El paso final incluyó el apoyo profesional e institucional para mitigar el dolor de la familia y prestarle todo el apoyo que este nivel debe requerir. Se abrió un número de cuenta para ayudar a la necesidades educacionales futuras del hijo del Dr. Davidson, se repartieron chapas de homenaje con su cara y nombre, se oficiaron misas, se construyó un Memorial en la entrada del Hospital para que la gente pusiera sus mensajes, se creó un libro de visitas “on-line” para aquellos que no pudieron estar presentes y, finalmente, se guardó un minuto de silencio en el aniversario del primer mes de su muerte en el que participaron de forma activa el alcalde y el comisionado de la policía de Boston. Este fue un punto clave pues permitió a los trabajadores expresar de forma abierta su angustia y agonía y poder empezar el cierre de la herida.

El Colegió de Médicos de Málaga ha expresado en su cuenta de Twitter en las últimas horas que dos compañeros, dos más, ambos médicos, han sido agredidos y ha hecho pública su repulsa; se trata de un compañero del Servicio de Urgencias del Hospital Civil y otro del Centro de Salud del Arroyo de la Miel. Las asesoría jurídica ya está en marcha y lo más probable es que los agresores, pese a la denuncia y el juicio correspondiente, se vayan del rositas.

En un sociedad en la que vivimos una preocupante escalada reciente de la violencia contra los profesionales de la sanidad y en la que existe una crisis de valores a todos los niveles que han hecho de la educación y el respeto la excepción en lugar de la regla, la preocupación que tenemos los que nos dedicamos a esto no es poca. Bien es cierto que aquí no existe la liberalización del uso de las armas de fuego que existe en EEUU, tanto como que de la espada de Damocles que es el terrorismo que atemoriza el mundo y a Europa no estamos exentos nadie. Debemos aprender de la capacidad de prever este tipo de accidentes que en los hospitales americanos tienen, así como los despliegues a todos los niveles que se realizan por parte de los estamentos sociales y profesionales para apoyar y mitigar el dolor de los profesionales que sufren.

Un Twitter de denuncia y la participación de un asesor jurídico son el “módulo” mínimo hoy día ante una agresión física. Me gustaría ver ante cada agresión un rechazo mayor, apoyo emocional psicológico-psiquiátrico a los profesionales afectados, una visibilidad extendida a los centros de salud y hospitales en forma de manifestaciones pidiendo un mayor respeto, ver a la autoridades sanitarias dar la cara de forma abierta y, finalmente, los responsables de las fuerzas del orden y en última instancia el alcalde tomando partido y dando la cara por tantos profesionales que han sido ya agredidos y guanteados sin motivo. Ese si podría ser un paso adelante.

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