Y sin embargo, la mejor profesión del mundo
Termina ahora la temporada de verano en la que, sobre todo en Málaga, nuestros conciudadanos han conocido la cruda situación real de en qué condiciones laborales vivimos los médicos, así como todos los demás profesionales sanitarios. Y lo saben precisamente en un tiempo en el que las urgencias y las consultas de los hospitales se saturan por el aumento de la población estacional asociada a destinos turísticos como es el caso de Málaga.
Estoy convencido, pues así lo demuestran gobierno tras gobierno, y gestor tras gestor, que el colectivo médico, y por ende, sanitario, no está valorado a nivel institucional. El colectivo más y mejor formado, al que más se le exige, ese que a pesar de contar con un contrato al 33 por ciento trabaja tantas horas como si lo tuviera al 100 por cien… Somos médicos y enfermeros los que soportamos de verdad y cara a cara con los pacientes la mala gestión. Una mala gestión traducida en la impotencia de un paciente y su familia cuando la salud se le escapa con cada minuto que pasa sin entrar en quirófano, por la lista de espera, por la falta de recursos y de medios…
Pero sin embargo, esta vocación que traigo conmigo casi desde que nací, esta profesión que me ha hecho vivir mi vida con más sacrificios y esfuerzos de los que creía que sería capaz de realizar, es un auténtico regalo.
Cuando miras a los ojos a tus pacientes, y ves la necesidad que tienen de ti sabes que tienes una responsabilidad tremenda. Y es cuando les das lo que necesitan es cuando la rueda de la generosidad se mueve. Son muchas las muestras de afecto, cariño y agradecimiento que día tras día recibo, y me siento tan halagado y honrado de haber participado en sus dichas que no puedo cansarme de dar las gracias: Rocío, Gloria, Juan Carlos, Chelo, Ramón, Samuel, Josefa, Toñi, Isabel, Paqui, Juana, Carlos, Lucía… Sois tantos y todos me habéis demostrado mucho cariño, en persona o a través de las redes sociales. Y es que sin embargo, mi profesión es la mejor del mundo.