Libro recomendado.- "Diario de un médico jubilado", por Federico Soriguer

El viernes pasado día 5 de Junio tuve el honor de asistir como invitado por el Doctor Federico Soriguer a la presentación de su último libro, “Diario de un médico jubilado”, en el Colegio Oficial de Médicos de Málaga. Los presentadores fueron dos malagueños ilustres y eruditos, el arquitecto Salvador Moreno Peralta y el presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, José Manuel Cabra de Luna. Su lectura, que he hecho en menos de 24 horas y que para mi ha sido un “extra” puesto que por cuestiones de tiempo y organización vital tengo la pobreza de no leer más que libros de Cirugía, ha respondido al alto nivel literario y estructural que Federico acostumbra y ha asociado una vertiente personal nada habitual en sus artículos y textos previos que ha resultado igualmente enriquecedora. Hablar de la propia jubilación, y en las circunstancias en las que se ha producido la suya más aún, no es asunto baladí y da para mucho.

Federico Soriguer ha sido el Jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición Clínica del Hospital Regional Carlos Haya de Málaga desde su fundación, que él mismo alumbró, hasta su jubilación obligada y precipitada hace 2 años. Es esta última circunstancia, además, el eje del libro; la incomprensión recurrente a su salida forzada es el tema sobre el que el autor más filosofa, razona e intenta buscar una explicación. Una respuesta comprensible en forma de solución a sus dudas e interrogantes es imposible que la encuentre pues su expulsión ha sido claramente guisada y cocinada por parte de los que entonces dirigían no sólo Carlos Haya, sino la sanidad malagueña. El objetivo último del proceso que ha seguido a su destitución forzada (que también podemos entender desde la ausencia de voluntad a que siguiese en su puesto pese a su plenitud física e intelectual) no ha sido otro que el de inducir un cambio de dirección en la Endocrinología de nuestra provincia y ajustar al mismo tiempo las cuentas a quién, pese a su compromiso absoluto con lo público y sus ideas siempre progresistas, ha sido crítico con las instituciones y el sistema político que está catabolizando la sanidad pública andaluza como el peor y más devastador de los cánceres. Hace pocos días, en una entrevista breve pero directa, firmada por la siempre precisa Berta González de Vega en El Mundo, el Dr. Soriguer afirmaba que la altísima tasa de obesidad en Andalucía, que se sitúa 10 puntos porcentualmente por encima del resto de España, no tiene otra explicación en la geografía de la dieta mediterránea que la incultura; y cada uno que lo entienda como quiera, pero entre el lamentable nivel socio-cultural de nuestra comunidad autónoma y el eterno sometimiento al que vivimos los andaluces desde 1978 a esa permanente agencia de colocación, enchufismo y clientelismo que es la Junta de Andalucía existe una relación que nadie puede negar. Y NADIE se escribe con mayúsculas.

El ejemplo de la situación vivida por el Dr. Soriguer no es más que otro caso del lamentable sainete en el que se está convirtiendo la sanidad pública andaluza al mando de los caciques que nos dirigen desde ya casi 40 años. Estamos ante una persona dedicada toda su vida a los pacientes y a la investigación, un líder e intelectual de la sanidad pública nacional (de los pocos médicos de Málaga que eran conocidos fuera de Andalucía) que no se ha podido ir a lo grande como una carrera tan laureada hubiera merecido porque una directora gerente inútil, sin clase, incompetente y de un perfil tan bajo que es imposible definir así lo decidió. Una temporera que apenas estuvo 3 años enmarañando, empozoñando y desprestigiando a la clase médica en Málaga, y que dejó su sello en nuestra provincia dirigiendo el circo de falsedad de la fusión de Hospitales Clínico y Carlos Haya (¿quién hace balance de lo que ha cambiado en la sanidad pública malagueña hospitalaria tras la fusión?) e interfiriendo el final de la carrera del Dr. Soriguer que, deseaba él y necesitaban su Servicio y la investigación malagueña, debería haberse prolongado no hasta los 70 sino hasta más adelante, hasta que él lo hubiese querido. Cuando el Profesor Doctor Enrique Moreno González (premio Príncipe de Asturias) decidió en Madrid que quería prolongar su carrera como brillante cirujano más allá de los 70 años “sólo” encontró el apoyo directo y decidido de la Comunidad de Madrid y pudo seguir ejerciendo su labor y magisterio el tiempo que quiso. Aquí, el Dr. Soriguer “sólo” se encontró con la voluntad decidida de la “colocada de confianza” de turno como gerenta para echarlo sin que nadie interviniera desde más arriba para poner en valor al profesional de categoría. Esta dejadez y falta de reconocimiento desde las direcciones generales y de personal del SAS en ese momento hacia la trayectoria del Dr. Soriguer contrastan con la capacidad que si están demostrando ahora para tomar decisiones, aceleradas también por supuesto, como el cese de la Dra. Isabel Esteva (curiosamente la mujer del Dr. Soriguer) como coordinadora de la Unidad líder a nivel nacional en Disforias de Género. El tufo a “vendetta” se dimensiona por si sólo y se corresponde con el “modus operandi” clásico que se tercia en las cloacas de la administración pública andaluza.

Siempre he admirado a Federico por ser un gran Jefe para los suyos, para su Servicio, y por haberse ganado el mayor prestigio posible en esta profesión, que es el de sus iguales y sus pacientes. A lo largo de su carrera también ha dado muestras de su compromiso con la justicia social y profesional, de lealtad a sus compañeros y así lo refrendo yo en primera persona pues de él y de su equipo médico recibí el único apoyo en los momentos más duros de mi carrera. Leyendo su libro es más fácil entender su amor por la medicina y por la investigación clínica y traslacional, que es directamente proporcional al dolor que expresa por la injusticia de su salida forzada de su puesto de trabajo. La justicia ordinaria le dio la razón sin ambages y sólo su espíritu integrador, aún desde el dolor de la injusticia, le previnieron de reincorporarse para no crear problemas a su gente. Hasta en eso ha sido grande y admirable Federico, que ha sabido salir por la puerta grande aunque una política enchufada de poco calado y sus adláteres lo intentaron empujar por la puerta de chiqueros.

Esta es la sanidad pública que tenemos. Una sanidad pública que ha ido cayendo cada vez más en manos de gerentes y directores mediocres enchufados con el carné del partido en la boca, gente que no tienen ni idea de gestión ni de medicina, y que a su vez van inundando los Servicios de los hospitales de jefecillos-marioneta, “cargos de confianza”, que juegan con el presente y el futuro de los profesionales de a pie y cercenan sus esperanzas e ilusiones profesionales con el dedazo como recurso y desde su temporalidad. Luego, ell@s, se van con la música a otra parte, dejan el daño hecho y aquí no sólo no pasa nada sino que además no hay explicaciones de ningún tipo. A mi me gusta llamarlo “el baile de los mediocres”, pues este proceso al que estamos asistiendo responde al principio de Peter según el cuál los mediocres e incompetentes ascienden hasta llegar a las más altas cotas de su incompetencia. Tal cuál.

La sanidad pública necesita de muchas personas como Federico Soriguer, no sólo por la categoría profesional (asistencial y de investigación) que ha sabido dar al servicio público sanitario en Málaga, Andalucía y España sino por la valentía de denunciar las injusticias que se cometen y el compromiso con valores indiscutibles de nuestra profesión como son la dignidad, la lealtad y el compromiso con la verdad. El ejemplo de su marcha enseña, a los que no lo supieran, que los médicos hoy día no somos nadie para nuestros políticos y que nuestras trayectorias son juguetes en las manos de una pléyade de arribistas circunstanciales. Y lo que nos queda por ver, que no es poco.

 

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